
Publicado: 19 de Enero de 2015
El daño que provoca el tabaco en la salud bucodental
va más allá del clásico efecto de manchar los dientes y la halitosis.
Los dientes de los fumadores tienden a mancharse debido al humo aspirado del cigarrillo y los efectos de la nicotina y el alquitrán, que se disuelven en la saliva y llegan a penetrar en el interior del diente atravesando el esmalte y llegando a la dentina.
El tabaco provoca la aparición de sarro, lo que aumenta la posibilidad de padecer inflamación de las encías (gingivitis). El hábito continuado, no sólo afectará a la encía, retrayéndola, sino que terminará afectando al hueso que rodea al diente (periodontitis o piorrea) provocando la aparición de caries radiculares y, en última instancia, pérdida de los dientes.
La nicotina tiene un efecto vasoconstrictor en la circulación sanguínea de la mucosa gingival, reduciéndose el aporte de oxígeno y nutrientes a la encía. El humo del tabaco reduce la capacidad inmunitaria y favorece la proliferación de bacterias en la placa bacteriana, ello hace que el diente sea más propenso a la acumulación de sarro y mas débil a la acción de las bacterias, que se vuelven más agresivas y destruyen los tejidos que sostienen el diente.
La respuesta a tratamientos periodontales más específicos también baja considerablemente entre los fumadores: los resultados de la cirugía mucogingival empeoran en un 25% y la tasa de fracaso de los implantes dentales es dos veces superior, debido a las mayores dificultades para que el implante se osteointegre en el hueso por su acción vasoconstrictora, irritante y anticicatrizante.
En estos casos se recomienda no fumar las dos semanas antes de la cirugía y durante las ocho semanas posteriores, para favorecer la integración del implante.
La producción de sarro acompañado de la alteración de la flora microbiana en la cavidad bucal que provoca el consumo de tabaco, generan la aparición de Halitosis o mal aliento.
Son muchos las alteraciones que genera el tabaco en la cavidad oral, pero la más grave de todas ellas es el CANCER ORAL.
Según varios estudios, los fumadores tienen 27 veces más posibilidades de padecerlo que los no fumadores, 15 veces más probabilidades de desarrollar cáncer de esófago y 53 veces más probabilidades de padecer cáncer de laringe.
La mayoría de estas personas comparten el hábito del tabaco con la mala higiene bucal y el consumo de alcohol lo que aumenta, en gran proporción, la aparición de Cáncer Oral. Sin discusión, ésta, es la más grave enfermedad estomatológica no sólo por su alto índice de mortalidad, sino también porque requiere tratamientos muy agresivos que provocan grandes secuelas.
Sin duda, éstas y otras muchas, son suficientes razones para que los fumadores apaguen definitivamente el cigarrillo.